MANIFIESTO
DEL MONCADA
Ante el
cuadro patético y doloroso de una República sumida bajo la voluntad caprichosa
de un solo hombre, se levanta el espíritu nacional desde lo más recóndito del
alma de los hombres libres. Se levanta para proseguir la revolución inacabada
que iniciara Céspedes en 1868, continuó Martí en 1895, y actualizaron Guitera y
Chibás en la época republicana. En la vergüenza de los hombres de Cuba se
asienta el triunfo de la Revolución Cubana.
Ante la
arrogancia desafiante de la dictadura y el conciliábulo y la componenda
ridícula de los políticos descastados, se levanta la vergüenza inquebrantable
del pueblo cubano en la decisión unánime de reconquistar su constitución, sus
libertades esenciales y sus derechos inalienables, pisoteados sin tregua por la
usurpación traicionera.
Ante el
caos en que ha sumido a la nación el empeño del más ambicioso de todos los
cubanos y el interés despiadado de sus congéneres, la juventud cubana que ama
la libertad y respeta el decoro de los hombres libres, se alza vibrante en un
gesto de rebeldía inmortal, rompiendo el pacto insano con la concepción del
pasado y con el presente de duelo y decepción.
Ante la
tragedia de Cuba contemplada en calma por líderes políticos sin honra, se alza
en esta hora decisiva, arrogante y potente, la juventud del Centenario, que no
mantiene otro interés como
no sea
el decidido anhelo de honrar con sacrificio y triunfo, el sueño irrealizado de
Martí.
En
nombre de las luchas incansables que han marcado cumbres de gloria en la
historia de Cuba, viene la revolución nueva, rica en hombres sin tachas, para
renovar de una vez y para siempre la situación insoportable en que han hundido
al país los ambiciosos y los imprevisores y, agarrada a las raíces del
sentimiento nacional cubano, a la prédica de sus más grandes hombres y abrazada
a la
bandera gloriosa de la estrella solitaria, viene a declarar ante el honor y la
vergüenza del pueblo cubano:
En la
vergüenza de los hombres de Cuba está el triunfo de la Revolución Cubana. La
revolución de Céspedes, de Agramonte... de Maceo... de Martí... de Mella y de Guiteras, de Trejo y de Chibás. La
Revolución que no ha triunfado todavía. Por la dignidad y el decoro de los
hombres de Cuba, esta Revolución triunfará.
El
Centenario Martiano culmina en ciclo histórico que ha marcado progresos y
retrocesos paulatinos en los órdenes político y moral de la República: la lucha
sangrienta y viril por la libertad e independencia; la contienda cívica entre
los cubanos para alcanzar la estabilidad política y económica; el proceso
funesto de la intervención extranjera; las dictaduras de 1929-33 y de 1933-44;
la lucha incansable de los héroes y mártires por hacer una Cuba mejor.
Alboreaba en la vida cubana el propósito encendido de encontrar el camino
verdadero; estaba la conciencia ciudadana en disposición de dar su mejor fruto,
conquistada por el sacrificio de la vida de uno de sus más preclaros próceres y
por el mandato de su voz admonitoria; cuando, al mando del más ambicioso de los
cubanos, una ridícula minoría se apoderó del país, derrochando falaces promesas
y mentirosa propaganda. El propósito era hacer creer al pueblo sano que aquel
golpe traicionero al corazón de las instituciones era capaz de engendrar el
progreso social, la paz, el trabajo.
Al
collar de sangre y de ignominia, de lujuria desmedida y de atraco al tesoro
nacional, que estaba atado al nombre del nuevo gobernante, se unía la larga
cadena de atentados contra Cuba: institución
del
«golpe de estado» para asegurar regímenes de fuerza; soborno del Congreso y de
los presidentes títeres; destitución física de varios presidentes; imposición
de castas y privilegios; disolución del Congreso; nombramiento ilegítimo de
personeros en el Poder Judicial; destitución de Concejales y Alcaldes;
atropellos y abusos en la persona física de los ciudadanos pacíficos, y
colocación de una bandera sin gloria al lado de la bandera más gloriosa.
El
presente reeditó con creces, al poco tiempo del golpe traidor, las calamidades,
la angustia, el desalojo y el hambre, de que es signo inequívoco el ambicioso
Jefe de Gobierno y sus acólitos principales. La paralización en seco del ansia
popular por el abuso de la fuerza, trajo como consecuencia la más grave
situación engendrada por un suceso político cubano en todas las épocas; Merma
de la producción industrial; disgusto de los obreros y expulsión de sus centros
de trabajo; persecución y encarcelamiento de los estudiantes por su protesta
cívica contra el Régimen; aislamiento y división de los Partidos Políticos;
desaparición repentina del dinero de la calle; huida a las arcas, del temeroso
capital; presos los que se atrevieron a protestar públicamente por el atropello
a la República; disolución del Código y muerte de la Constitución y sus
derechos. Sobre la conciencia del autor cae el desprecio de los hombres libres
y el filo de la espada justiciera...
En el
caos surgido sobre nuestro pueblo, herido, pero jamás muerto, cayeron otras
tardías ambiciones. Los que no pudieron hacer del país lo que mil veces
prometieron teniendo en sus manos el Poder... los que, si bien no ahogaron la
expresión serena de la libertad, tampoco contribuyeron a hacerla justa y eterna
para nuestro país, para arrancar de la raíz de nuestra historia el trágico
golpe insólito; vinieron entonces a fungir de apóstoles, tratando en vano de
reconquistar glorias pasadas. Ni puede triunfar en el ánimo y conciencia
popular otra idea como no sea la desaparición total de este estado latente, de
este caos infecto donde nos han sumido tanto los culpables del atentado
madrugador a las instituciones nacionales, como los que han podido ver en calma
el crimen. Ni es honrado ni justo atentar al corazón de la República, ni es
justo ni es honrado encaramarse sobre ella para dejar que los demás atenten.
Ante el
cuadro político de Cuba se regocijan el dictador infeliz y sus congéneres
subidos sobre la frente del pueblo en su afán ansioso de saqueo. Ante el cuadro
patético de Cuba los políticos venales se asocian para montar la nueva
pantomima. Fósiles de la política cubana sacan al foro público las ideas más
retrógradas, los pensamientos más inútiles; mientras el ansia popular, que
nunca se equivoca, esperaba la clarinada de alerta, la defensa de sus más
sagrados derechos, de su bandera tricolor y de la idea eterna por la que han
muerto los más ilustres y desinteresados ciudadanos.
Por
defender esos derechos, por levantar esa bandera, por conquistar esa idea, en
tierra tiene puestas las rodillas la juventud presente, juventud del
Centenario, pináculo histórico de la Revolución
Cubana.
Época de sacrificio y grandeza Mariana. Por conquistarla, el ojo avizor tiene
la juventud puesta en la entraña de los hombres de verdad, de mente ágil,
espíritu gigante, que supieron darlo
todo
por una Cuba digna de la sangre espontánea de sus hijos, viva en la
consolidación de su destino inevitable por el sueño supremo del apóstol.
A los
que prescindieron de los amantes de la libertad para consumar él golpe de
estado, se les levanta en esta hora decisiva, arrogante y potente, la juventud
del Centenario, eco de un ayer honroso, cuna de un porvenir mejor. Los que no
contaron con esa juventud honesta y estudiosa, capaz de escribir con sacrificio
y triunfo su homenaje mejor a Martí, ni conocen ni saben que en el corazón de
los cubanos todos está el valor y la vergüenza de la Patria y que iremos a
ponerla en victoria en los campos excelsos de las palmas. Allí debe estar la
justicia del pueblo en este año glorioso. En 1853 con el nacimiento de un
hombre luz, comenzó la Revolución Cubana; en 1952
terminará
con el nacimiento de una República luz.
A/ La
Revolución declara que no persigue odio ni sangre inútil, sino salvar la
vergüenza de Cuba en su año crucial. Surgiendo de las capas más genuinas del
valor criollo, nace la revolución del pueblo cubano con la vanguardia de una
juventud anhelante de una Cuba Nueva, limpia de pasados errores y de mezquinas
ambiciones. Es la revolución hermandad de nuevos hombres y de procedimientos
nuevos preparada con la potencia irredenta y la decisión de los que dedican su
vida a un ideal.
La
Revolución declara que es el frente meditado de un empeño; arrancando de una
vez y para siempre todas las ataduras que nos ligan al pasado corrupto y todos
los mitos que nos mantienen en el presente de amargura y de dolor.
B/ La
Revolución se declara libre de trabas con las naciones extranjeras y libre
también de influencias y apetitos de políticos y personajes propios. La
revolución es una entidad viril, y los hombres que la han organizado y que la representan
pactan con la sagrada voluntad del pueblo para conquistar el porvenir que se
merece. La revolución es la decisiva lucha de un pueblo contra todos los que lo
han engañado.
C/ La
Revolución declara que respeta la integridad de los ciudadanos libres y de los
hombres de uniforme que no han traicionado el corazón nacional, ni le han
sometido su bandera gloriosa, ni han abjurado de su Constitución. Saluda en
esta hora decisiva a todos los cubanos de vergüenza, donde quiera que estén, y
abraza con júbilo a los decididos que se cobijen sinceros sobre su arco de
triunfo.
D/ La
Revolución declara su energía y rigor contra los que sólo han sabido tener
energía y rigor para arrebatar al pueblo sus sagrados derechos e instituciones,
conculcando la libertad y soberanía al costo del dolor, y de la angustia de los
hijos de Cuba.
E/ La
Revolución declara su decisión firme de situar a Cuba en el plano de bienestar
y prosperidad económica que aseguran su rico subsuelo, su situación geográfica,
su agricultura diversificada,
y su
industrialización, que han sido explotados por gobiernos legítimos y espurios,
por ambiciones desmedidas y por interés culpable.
F/ La
Revolución declara que reconoce y se orienta en los ideales de Martí,
contenidos en sus discursos, en las Bases del Partido Revolucionario Cubano, y
en el Manifiesto de Montecristi; y hace suyos los Programas Revolucionarios de
la Joven Cuba, el PRO Radical 7 el Partido del Pueblo Cubano (ortodoxos).
G / La
Revolución declara su respeto por las Naciones libres de América hermana que
han sabido conquistar, a costa de cruentos sacrificios, la posición de libertad
económica y justicia social que es el índice de nuestro siglo. Y hace votos, en esta hora
decisiva, porque la clarinada cubana sea una estrella más en la conquista de
los ideales e intereses latinoamericanos, latentes en la sangre
de
nuestros pueblos y en el pensamiento de nuestros hombres más ilustres.
H/ La
Revolución declara su afán y decisión de renovar, íntegra y totalmente, el
medio económico nacional, con la implantación de las medidas más urgentes para
resolver la crisis y repartir trabajo honrado y dinero equitativo a todos los
hogares cubanos, decisión que es una e indivisible en el corazón de loa hombres
que la defienden.
I/ La
Revolución declara su respeto por los obreros y los estudiantes como masas
acreditadas en la defensa de los derechos inalienables y legítimos del pueblo
cubano a través de toda la historia, y les augura a ellos y a todo el pueblo,
la plasmación de una total y definitiva justicia social basada en el adelanto
económico e industrial bajo un plan sincronizado y perfecto, fruto de razonado
y meticuloso estudio.
J/ La
Revolución declara su respeto absoluto y reverente por la Constitución que se
dio al pueblo en 1940 y la restablece como Código Oficial. Declara que la única
bandera es la tricolor de la
estrella
solitaria y la eleva como siempre, gloriosa y firme, al fragor del combate, que
no hay otro himno que el Nacional cubano reconocido en el mundo entero por la
estrofa vibrante:
¡Que
morir por la Patria es vivir!
K/ La
revolución declara su amor y su confianza en la virtud, el honor y el decoro
del hombre y confiesa su intención de utilizar los que valen de verdad, en
función de esas fuerzas del espíritu, en la tarea regia de la reconstrucción
cubana. Estos hombres existen en todos los lugares e instituciones de Cuba,
desde el bohío campesino hasta el Cuartel General de las Fuerzas Armadas y el
ojo avizor de la Revolución los situará en la posición de servicio que Cuba les
pide. No es esta una Revolución de castas.
Cuba
abraza a los que saben amar y fundar, y desprecia a los que odian y deshacen.
Fundaremos la República Nueva, con todos y para el bien de todos, en el amor y
la fraternidad de todos los cubanos.
La
Revolución se declara definitiva, recogiendo el sacrificio inconmensurable de
las pasadas generaciones, la voluntad inquebrantable de las presentes
generaciones, y la vida en bienestar de las generaciones venideras.
En nombre de los Mártires.
En
nombre de los derechos sagrados de la Patria.
Por el
honor del Centenario...
LA REVOLUCIÓN CUBANA Alboreaba en la vida cubana el propósito encendido de encontrar el
camino verdadero; estaba la conciencia ciudadana en disposición de dar su mejor
fruto, conquistada por el sacrificio de la vida de uno de sus más preclaros
próceres y por el mandato de su voz admonitoria; cuando, al mando del más
ambicioso de los cubanos, una ridícula minoría se apoderó del país, derrochando
falaces promesas y mentirosa propaganda. El propósito era hacer creer al pueblo
sano que aquel golpe traicionero al corazón de las instituciones era capaz de
engendrar el progreso social, la paz, el
trabajo.
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